Ya tienes la idea, el tiempo y el empuje para iniciar tu primera novela. Doy por descontado que has preparado el material que necesitas e, incluso, que completaste la investigación para sustentar la historia.
De no ser así, ya te lo explicaré en próximas entregas.
Entonces, volviendo a dónde estábamos: te encuentras frente a tu computadora, máquina de escribir o sosteniendo un lápiz o lapicero. Este es el momento mágico en el que te debes preguntar, ¿cómo escribir el primer borrador de mi novela? ¿Escribo y corrijo para ahorrar tiempo? ¿Perfeccionó el argumento a medida que brota? ¿Le dedico tiempo, una página por vez, a analizar la obra cuando se está en el proceso de creación?
Estas son algunas de las dudas que más intrigan a los escritores nuevos. Y es lógico: un aspirante para escritor muy seguramente habrá leído una gran cantidad de obras, todas ellas cortadas al milímetro, con temas delimitados de manera perfecta, con un ritmo envidiable y un estilo supremo. Sin embargo, déjame decirte algo: nada de esto se consigue en el primer borrador. Y por eso es que se le dice “borrador”.
En líneas generales, puede rebosar de errores de todo tipo, hasta el punto que, en la revisión, acabes eliminando párrafos o páginas completas. No le temas a esto, ni te asustes o deprimas. Si has escogido el escribir como tu carrera, pronto comprenderás que apenas son gajes del oficio.
IMAGINA.
Es curioso que cuando se habla sobre cómo escribir el primer borrador de una novela, casi todos obvian la parte de la imaginación. Te pongo un ejemplo: se te ocurre escribir sobre una mariposa que decide conquistar el mundo y debe luchar por transformarse en un águila. Esta es una idea venida de la nada. Si te pones a escribir algo sobre esto al momento de tener la idea, estarás haciendo como quién intenta formar un rompecabezas sin saber si tiene las piezas necesarias.
El resultado de esto es que el escritor se queda seco luego de algunas páginas. La explicación es muy sencilla (y muy evidente): todo lo que viertas en papel ya debe tener forma en tu mente. Así que si tienes una idea en tu cabeza, puedes hacer un pequeño resumen y luego dejar que la idea se forme en la imaginación. Cuando la historia sea demasiado grande para tenerla en tu cabeza, ha llegado el momento de convertirla en letras.
ORGANIZACIÓN.
Organizarte no es sólo tener las cosas que necesitas a la mano, si no es la manera como vas a aprovechar el tiempo dedicado a la escritura. Verás, es una verdad insalvable que la gran mayoría de los escritores se pierden cuando no comprenden que el escribir merece un mínimo de respeto para dedicarle tiempo.
Es como preparar una torta dejando lapsos de tiempo irregulares entre los pasos de la receta. Al final tendrás algo incomestible, más o menos lo que obtendrás de tu novela si no tomas el control de su elaboración. Algo vital sobre cómo escribir el primer borrador es la concentración en lo que hacemos. Lo más común es desconectarte de todo lo que te distraiga (sí, te hablo del celular y de las redes sociales. Pero no te preocupes; casi siempre se sobrevive a esta tortura), y decidir un tiempo de escritura preciso, el cual no debes alterar.
Algunos aconsejan 25 minutos de escritura, seguido por 5 o 10 minutos de descanso. Otra cosa es decidir de qué vas a escribir. No sólo del tema (escribiré sobre un viaje) sino de puntos precisos del tema que te indiquen que estás avanzando (escribiré desde la salida del puerto hasta el ocaso en el mar).
¿Listo? Pasemos ahora al siguiente punto:
EVITA EDITAR.
Es decir, no corrijas mientras escribes; ya habrá tiempo para eso. El editar mientras se escribe hace que pierdas el hilo mental del argumento en el que estés trabajando. Puede ser que lo tengas escrito (por lo menos el esqueleto). Pero cuando comienzas a escribir tu cerebro inicia una serie de conexiones con ideas, recuerdos, emociones, etc., que se irán haciendo más densas a medida que adelantas. Si te detienes para editar, estarás parando todo este trabajo, obligándote a recomenzar luego en un punto en el que, quizás, ya no te sientas tan inspirado.
Muchos grandes escritores aconsejan escribir, casi sin pensar, permitir que la idea fluya con fuerza, que se mueva libre, para poder convertirla en letras lo más rápido que se pueda. Así que no intentes corregir, editar o perfeccionar en nada. Son muchos los casos en los que «errores» en etapa al elaborar una novela acaban convirtiéndose en aciertos que hacen la diferencia.
MANDA EL EGO A LA PORRA.
Extraña recomendación, ¿verdad? Y, sin embargo, la considero de gran importancia. Ahora bien, ¿por qué lo digo? Si escribes pensando en el premio que te vas a ganar, o en el reconocimiento de todo el público (o por lo menos de aquellos que te interesan), o en la fortuna que tendrás con tu saga de siete libros, estarás luchando contra dos monstruos difíciles de vencer: el perfeccionismo y la impaciencia.
He descubierto que existen dos tipos de perfeccionismo: el que tú controlas (caso de Truman Capote) y el que te devora (caso de todos los escritores fracasados). En cuanto a la impaciencia, no conozco ningún caso de éxito al que se haya llegado por este medio. El ego te hace buscar con una enfermiza impaciencia, una perfección que no existe, exigiéndote en cuestión de horas o días lo que se requiere años en aprender. Gabriel García Márquez pasó años (repito: AÑOS) escribiendo artículo de prensa antes de lanzarse como escritor y lo mismo se puede decir de Ernest Hemingway.
Entonces, si realmente quieres aprender cómo escribir el primer borrador de tu novela, elimina ese ego que de nada te sirve y concéntrate en hacer lo que más te gusta por el gusto de hacerlo: escribir.